jueves, 22 de mayo de 2008

Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.

Todos los éxitos terrenales que podamos obtener están muy bien cuando estamos proyectados... jugando a vivir un tipo de vida ... pero de nada sirven cuando nos sumergimos en la Unidad...

Los habitantes de la estrella mas cercana no pueden leer la marca de nuestro reloj de muñeca... es más... no creo que les importe...

Nuestro orgullo nos impide ver la pequeñez de nuestra personalidad... Creyéndonos tan importantes... tan grandes... lo único que conseguimos es provocar enfermedades que se manifestarán con parálisis y envaramiento del cuerpo.

Para deshacernos del orgullo empecemos a pedir perdón cuando tropecemos con alguien desconocido... Demos las gracias sin apretar tanto los labios... Pidamos ayuda cuando la necesitemos... Superemos las dificultades para decir "Buenos días o Hasta luego" en lugares como en un ascensor... Digámosle te quiero a quien debiéramos decírselo...

Aceptemos que por más éxito material que hayamos obtenido... que por mas lugares del mundo que hallamos visitado... no estamos aquí para jugar a presumir...

Cuando el orgullo nos asalte (debemos estar en estado de alerta para detectar que nos asalta el orgullo), tratemos de darnos cuenta de que nuestras personalidades no son nada en sí mismas.

¡Nuestra humildad debería ser infinitamente mayor, para reconocer nuestra propia fragilidad ante el Gran Arquitecto del Universo!... La Humildad es una lección para el ego... Porque el ego se ha engañado a sí mismo creyendo que es real y tiene amor propio.

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